Me comprometí con la Dra. Brenda Gallegos, profesora en la Universidad Pública de El Salvador en el ámbito de la Nutrición, que le dedicaría un post a sus estudiantes en este blog. Muchos de ellos han decidido seguir el blog a través de su versión Facebook y este gesto me ofrece esta oportunidad.
He estado revisando entre mis archivos algunos artículos que pudieran ser inspiradores de cara a la profesión para la que se están preparando. NO me queda más remedio que hablar de Solidaridad en este Blog, porque para eso le cree. Y lo hago desde la profesión que a mi me apasiona: la educación.
Pensé primero en hablaros de Josué de Castro. Fue uno de los primeros relatores internacionales que puso el hambre en la agenda política. Y con su estudio principal (Geografía del Hambre) la puso en la picota de las máximas urgencias políticas de nuestro tiempo. Hemos llegado al siglo XXI y el problema no ha desaparecido. Hemos llegado a Marte pero la mayoría de la humanidad aún no recibe las calorías suficientes para sobrevivir o vivir con dignidad. Algunos ya no se «mueren», pero las taras de la mala alimentación, unidas a las humillantes e indignas condiciones de vida que acompañan a esos «menús» del pobre, dejan huellas indelebles para toda su vida. Cientos de «otras causas» de muertes evitables, incluyendo aquí epidemias y enfermedades, no serían mortales si el acceso a los alimentos y al agua fueran adecuados.
Pero los empobrecidos no se han resignado. Las soluciones más sencillas, baratas e ingeniosas a la tragedia del hambre que he conocido en las barriadas de las periferias de algunas ciudades de vuestra América, proceden de ellos mismos, de su creatividad, inventiva y, sobre todo, de su solidaridad natural.
Después de rebuscar me he encontrado esta joya de un relato de Jean Ziegler, al que espero que conozcáis. Y es que no siempre el «hambre» física, destruye el espíritu y la dignidad, como algunos pretenden con una lectura «materialista» de la historia. Y esta historia es buena prueba de ello. Espero que os motive. Y espero vuestros saludos y comentarios.
A vosotros, futuros nutricionistas. Para que no olvidéis que el Bien Común exige Justicia para los hambrientos antes que hermosos y delicados platos para los satisfechos que comemos 5 veces al día.
Jean Ziegler, que fuera relator de la ONU para el derecho a la alimentación cuenta en su último libro, Destrucción masiva, la historia de niños de países empobrecidos que reciben la comida en sus escuelas a través del Programa Mundial de Alimentos. En muchos de esos casos, la comida se entrega sólo a los niños sin que haya nada para sus familias.
Ziegler nos cuenta la reacción de estos niños: «En Sidamo, en el Sur de Etiopía, por ejemplo, el maestro o la maestra cierra la cantina con llave una vez servida la comida para forzar a los alumnos a comer dentro. Cuando los niños salen de la cantina y se dirigen a los grifos de agua alineados en el patio para limpiarse los dientes y lavarse las manos, el maestro entra para verificar que se han comido todas las comidas y que no quedan, ocultos bajo los pupitres, platos llenos o a medio comer… El amor familiar late en estos pequeños. Comer, mientras los suyos, en casa, pasan hambre, les provoca un conflicto de lealtad y solidaridad. Entonces, algunos prefieren ayunar, carcomidos por el hambre, antes que comer, carcomidos por el remordimiento».