Presentamos esta otra experiencia educativa con alumnos adolescentes que no lo han tenido fácil. La hemos seleccionado porque tiene elementos muy interesantes que, combinados entre si, ofrecen un potencial educativo extraordinario: Casa de acogida y un itinerario formativo en la Formación Profesional. Entre otras muchas cosas.
EN EL PAÍS DE LOS NIÑOS ENCONTRADOS
Janet, Daniel y Sonia son adolescentes con situaciones difíciles que han crecido y se han formado en una casa y una escuela paralelas a lo reglado. Tras este ecosistema de preparación para la vida real está la fundación Mil Caminos, que ha asistido a más de 15.000 jóvenes en sus 50 años de vida. Estas son sus historias
A sus 23 años, el salmantino Daniel Gómez ya es maestro quesero. Compagina esta dedicación con un grado superior de Trabajo Social. Con exactitud enumera las fases de la elaboración: el ordeño de las ovejas, el moldeo de cada unidad, el paso por la salmuera, el tiempo de maduración que dicta los distintos grados de curado… “Es apasionante. Antes no me gustaba el queso, y ahora, mira”, se ríe. Junto a él, las también salmantinas Janet Motos y Sonia García, de 19 y 23 años, estudian una FP de grado medio de Jardinería, trabajan en hostelería y fantasean con ser educadoras sociales. “Igual que nos lo hicieron ver a nosotras, queremos hacer ver a los chicos que hay una vida mejor”, coinciden.
Los tres jóvenes, que hoy se han independizado y comparten piso, eran niños cuando, por mediación de los Servicios Sociales, recalaron en la fundación Mil Caminos, una asociación castellanoleonesa que asiste a chicos con situaciones vitales complicadas. La esencia de su trabajo es proveerles de vivienda, un itinerario académico y aficiones con las que ocupar el tiempo libre. La mayoría provienen del sistema de protección del menor, pero también hay inmigrantes ilegales e infractores. Para muchos de ellos, expulsados de sus hogares y de la educación reglada, este lugar constituye su única oportunidad de preparación para la vida adulta. Según datos de la fundación, casi un 90% de estos adolescentes están abocados al fracaso escolar.


Las extensas instalaciones de la fundación, ubicadas en Salamanca y algún pueblo cercano, comprenden varios alojamientos, un centro de Formación Profesional, verdes terrenos donde estudiar Educación Ambiental y una quesería donde aprender a pastorear ovejas y elaborar el producto. Estos recursos también sirven como escuela alternativa en la que reforzar asignaturas y conocimientos básicos de los que carecen muchos de los niños alojados. Un día cualquiera es posible ver cómo los menores se despiertan y desayunan en la casa Santiago 1, una de las viviendas de acogida, asisten a clase de Lengua o Matemáticas, prueban oficios como peluquería, apicultura o ganadería y participan en talleres de percusión, circo o interpretación.
Es lo que el zamorano Jesús Garrote, biólogo y director de esta especie de país donde los niños “se encuentran a sí mismos de nuevo”, define con ironía como un ecosistema paralelo “un poco infractor”: “Muchos de ellos están matriculados en el colegio normal, pero por sus circunstancias personales no pueden acudir y están aquí. Por eso somos un poco infractores”, aclara.
JAIME RIPA Salamanca Publicado en El País educación