CLAVES PARA EDUCAR EN LA SOLIDARIDAD

Conclusiones del taller «Claves Educativas de mi formación personal» del Curso «Emergencia Educativa». Aula Malagón Rovirosa del Movimiento Cultural Cristiano. Agosto 2024

Síntesis de lo aportado en el primer taller de la jornada EMERGENCIA EDUCATIVA

Reflexionando sobre nuestra propia experiencia personal nos hemos planteado cuáles son aquellas experiencias que nos han ayudado más a crecer como personas, a madurar, a ser más libres y más responsables. A partir de esta reflexión, hemos querido señalar qué aspectos de éstas eran comunes a todas ellas, de manera que pudiéramos identificar CLAVES universales, transferibles, que deben estar presenten en todo proceso educativo.

Estas claves, lógicamente, serán operativas y eficaces si somos capaces de integrarlas en diferentes propuestas que tendrán que ver mucho con el ámbito en el que estemos presentes con los niños y los jóvenes. Las experiencias formativas del ámbito de la familia serán distintas a las de un grupo juvenil, o a las de una institución de educación no formal, o a las de un aula de una escuela, o a las del tiempo no docente en el que se convive dentro de la propia escuela.

Hemos identificado las siguientes claves entre todos:

  1. Ponemos en primer lugar como esencial el TESTIMONIO personal y colectivo. Nadie puede ofrecer lo que no tiene, pero sobre todo nadie puede ofrecer lo que no ES. Hagamos lo que hagamos junto a los niños y los jóvenes, nuestra vida (superficial o profunda, vacía o llena de sentido, responsable o indiferente…) es lo que principalmente les trasmitimos. Todos somos, de un modo u otro, educadores, porque nos educamos juntos. Los demás crecen cuando nosotros crecemos. Y viceversa. El testimonio es esencial. Pero no somos testimonio porque seamos un MODELO perfecto. Una persona, un grupo, una institución, que desea ser honrada, coherente con su vocación- misión, mostrará con su vida su deseo de vivir en esta coherencia, sin ocultar las debilidades, frustraciones, traiciones, conflictos y luchas que tiene que afrontar. Nos educamos aprendiendo a ser, en medio del conflicto.
  2. Las experiencias fundamentales y fundantes que hemos aportado se sustentan en un grupo, en un equipo, en una familia, en una asociación, en una comunidad, en un ámbito que no es sólo un ambiente, sino que es institución. El aforismo africano que recordábamos es aquel que dice que “para educar a un niño hace falta toda una aldea”. También hemos traído a colación la famosa sentencia de Freire: NOS EDUCAMOS JUNTOS. Esto nos pone en guardia frente todo “empoderamiento” individual e individualista. Si no hay “familia”, si no hay “aldea”, si no hay “pueblo” (y lo que hay es solamente individuos, contratos sociales, coexistencia, cooperativas de egoísmo, competencia y lucha por el tener y el poder, …) lógicamente, y según la concepción de la persona y la educación que hemos manejado, no habrá una educación que personalice, sino otro proceso contrario.
  3. Nuestra experiencia primaria más esencial ha sido la de SENTIRNOS AMADOS Y ACOGIDOS incondicionalmente, con independencia de lo que pensemos, hagamos, podamos hacer, sentimos, … Es básico por tanto en todo proceso educativo que la otra persona tenga la experiencia de ser acogida, aceptada, valorada por su dignidad inalienable y sagrada.
  4. En este sentido sólo llegamos a educar plenamente cuando somos capaces de CREAR LAZOS, de vincularnos a los demás: “perdemos el tiempo con ellos”, los escuchamos, los llegamos a conocer, aprendemos a CONFIAR, y llegamos a ser capaces de compartir nuestros bienes, nuestra vida y nuestra acción con ellos, …
  5. En este sentido también es clave la GRATUIDAD y la GRATITUD. El ser capaces de entregar lo mejor de nosotros mismos, el ser capaces de dar las gracias por tantas y tantas cosas que recibimos y que son impagables, distingue a la persona que emerge en un ambiente educativo como el que estamos tratando de describir. Si el ambiente no es de gratuidad, difícilmente pasaremos de buscar y tratar de adquirir (“comprar”) en él aquello que demandemos sin más, según nuestro individual y subjetivo interés, que suele estar mediado por múltiples tendencias egoístas.
  6. Si hay algo que nos ayuda a madurar es la experiencia de HACERNOS RESPONSABLES (responder ante nosotros mismos y ante los demás) de todo y de todos. Responsables de lo que tenemos, responsables de lo que hacemos, responsables de las decisiones que tomamos y de las consecuencias que entrañan. Cuidar a los otros, asumir compromisos y tareas de servicio al bien común, ser capaces de compartir nuestro tiempo propio en hacer el bien, … nos ha ayudado a todos a ser “mejores personas”. Todo compromiso de servicio al bien, a la verdad, a la belleza… permite que conectemos con lo más esencial de nosotros mismos: nuestra vocación solidaria.
  7. Llegamos así a una clave fundamental para empezar a crecer y madurar en libertad y responsabilidad: ayudar a que descubramos NUESTRA VOCACIÓN. Será necesario salir de nuestro “ego- ismo” y nuestra “ego- latría”. En esto juegan un papel fundamental orientar nuestros sentidos, nuestra sensibilidad, fuera de nosotros mismos. Precisamente para que la mirada sobre nosotros mismos esté mucho más limpia. En esta clave nos ayuda a descubrir nuestra vocación, la REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO con muchas experiencias que han sido cruciales en nuestros procesos personales y que tienen que ver con éstos “espacios- acontecimientos- desafíos”:
    • La Naturaleza y el Cosmos. Podemos visitarla, vivirla, caminarla, contemplarla, cuidarla, vivirla, en suma. En ella nos encontramos con la Materia y los retos de transformarla a través del trabajo manual, que conviene recuperar como factor educativo de primer orden. Y nos encontramos con múltiples formas de vida y los retos para conocerla, respetarla, cuidarla, admirarla, transmitirla, multiplicarla…
    • El Mundo en el que vivimos. El pequeño y el gran mundo en el que nos movemos y existimos. Entender la trama de relaciones e instituciones en las que nos movemos, los “motores” y “las fuerzas” que los orientan, los desajustes que impiden que seamos una Familia, una Fraternidad (desigualdades, injusticias, divisiones, descartes, conflictos y guerras…), y aquello que, al contrario, nos ayuda a que la Justicia, la Solidaridad y la Fraternidad avancen
    • La convivencia con los demás y, en especial, la convivencia con el dolor, la enfermedad, la incapacidad o discapacidad, o el sufrimiento. También las experiencias que han promovido y siguen promoviendo la colaboración, la cooperación y la amistad
    • El misterio de Dios, del sentido de la vida. La Belleza, la Verdad y la Bondad a la que aspiramos y que nos transcienden.
  8. Otra clave es la de educar en el reconocimiento y aceptación de los límites. El “no” educa también, lo mismo que el “sí”.
    • La claridad de los límites nos ayuda a reconocer nuestras limitaciones, nuestras debilidades y la necesidad de los demás. Los límites me sitúan en el umbral de “lo otro” y de “los otros”, que no me pertenecen y a los que no puedo instrumentalizar y poner al servicio de mi capricho.En esta misma línea se encuentra el reconocimiento de los errores, y la llamada “tolerancia a la frustración” ya que la frustración es la situación del que percibe la impotencia y no la sabe gestionar, lo que le impide perseverar, volver a intentarlo, volver a levantarse… También para esto son fundamentales los vínculos de confianza, la autoridad que se ganan los que se empeñan por nuestro bien sin desistir.
    • En un nivel más profundo, la capacidad de pedir perdón implica un nivel de conciencia de nuestra responsabilidad que llega a convertirse en un adecuado sentimiento de culpa. La culpa nos sitúa más allá del error porque nuestra conciencia es capaz de percibir que hay conductas que producen un mal y un daño (también a uno mismo) que reconocemos imposible de reparar íntegramente.

  9. Vemos otra clave educativa en la PERSEVERANCIA, en la constancia, en la continuidad, en la persistencia y, por tanto, en la PACIENCIA. No como una actitud pasiva, sino todo lo contrario, como una actitud activa de búsqueda, de trabajo incesante, que no decae a la primera de cambio, sino que permanece en el tiempo, dejando que este proceso vaya calando en el momento que sea preciso para cada cual, sin pretender controlarlo todo.
  10. Esta perseverancia paciente requiere de horarios, de planificación, de apoyo, de seguimiento, de acompañamiento… y sobre todo de una determinación que sólo puede sustentarse en la virtud de la ESPERANZA. Una esperanza que apuesta porque la vida de todos y cada uno de nosotros está llamada a ser irrepetible y a aportar algo único y singular que está lleno de pleno valor, sentido y alegría.

NOTA: Se trata de un texto conclusivo. Pero siempre provisional. Si alguno de los asistentes al curso que lo recibe cree que hay alguna clave de las aportadas que nos está incluida o se encuentra mal expresada, la recibiremos y trataremos de, con la aportación, de mejorar el texto. Lo podéis hacer a través de los comentarios.

Fdo: Melinda y Manolo. Responsables del Curso “Emergencia Educativa”.

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