Tres de cada cuatro profesores no tienen tiempo para hacer su trabajo y la mitad sufre desgaste emocional
El malestar docente es un tema recurrente desde hace décadas. Y cómo trabajo como profesor desde hace décadas puedo decir que en mi experiencia la situación de malestar y quemazón es hoy mucho mayor que antes. Normalmente pesa sobre los docentes muchos estereotipos. Somos «quejicosos, tenemos una jornada de trabajo privilegiada con un salario más que decente, y tenemos muchas vacaciones». Yo no dudo de la corrupción que todo proceso de burocratización y funcionarización supone. No dudo de la existencia de un buen número de «mercenarios» de la enseñanza que asumen sin más su trabajo como el «medio de vida» más cómodo para él. Pero lo que he consignado es que es muy difícil permanecer en la enseñanza sin una vocación de servicio. Permanecer día tras día, curso tras curso, presencialmente, dando la cara frente a alumnos de lo más heterogéneo, familias, dirección, administración,… ¡no es tan fácil! Tampoco soy de los que pienso, corporativamente, que no hay nada tan difícil como ser profesor. Es lo que he elegido, de una u otra manera, y toda elección conlleva una responsabilidad que decides asumir. Lo tienen mucho más crudo los que viven en «trabajos forzados» (que son la mayoría de los trabajadores). Pero me toca hablar de los que vivo en la enseñanza. Así que sí, todos los estudios actuales sobre el malestar docente coinciden en tres factores especialmente «estresantes» que se han conjurado a juicio de los analistas: Unas condiciones de trabajo que- como casi siempre- prescinden del protagonismo de los que asumen la tarea docente en los centros; una responsabilidad ante un número de alumnos excesivos, que cambian cada año, con problemáticas cada vez más complejas (asumimos que tenemos que sacar adelante vidas humanas concretas, con todas sus circunstancias, en la fase en la que están construyendo su personalidad; y un exceso de burocratización (que incluye procesos cada día más amplios de protocolización). Estos tres factores aparecen como las principales explicaciones de un aumento de la insatisfacción de los docentes al que se añade las relaciones con las familias, que son su punto principal de tensión. De éstos estudios se habla en este artículo (manuelaraus)

Solo uno de cada cuatro docentes dice tener tiempo habitualmente para realizar su trabajo dentro de su horario laboral normal. Esto provoca que, de media, el profesorado trabaje seis horas más cada semana de las 37,5 horas que le correspondería, según recoge la Encuesta de Profesorado de Enseñanzas no Universitarias realizada por CCOO, con picos de hasta 49 horas semanales en alguna comunidad.La falta de profesores de especialidades técnicas lleva a las comunidades a rebajar los requisitos para dar clase
Este aumento de la carga de trabajo, provocado en parte por la burocratización que amarga a los docentes desde hace años, según apunta otro estudio de UGT , contribuye también a que uno de cada dos profesores afirme que su trabajo le provoca un desgaste emocional “significativo”. UGT complementaba este dato con otro similar: un 72% de los docentes dice sufrir un estrés “notable”. Pese a ello, la encuesta de CCOO, con representatividad para todo el Estado, recoge que una sólida mayoría de educadores (80%) no se plantea cambiar de profesión.
Pese a este dato, corren tiempos regulares para el profesorado. En los últimos meses varios informes se han aproximado a la profesión, y todos ellos reflejan un creciente malestar entre los docentes, que en los últimos años han vivido un deterioro en las condiciones de trabajo: ratios de alumnado por aula elevadas, exceso de burocracia, salarios que han perdido un 22% de su poder adquisitivo en dos décadas, según el sindicato STEM, falta de tiempo durante la jornada laboral, una formación inicial insuficiente o la falta de oportunidades laborales en una carrera plana que apenas ofrece posibilidades de desarrollo profesional son los principales elementos que generan descontento entre el profesorado.
Hace unas semanas, otro informe de EsadeEcPol sostenía que “está surgiendo una creciente desafección y pesimismo en una parte importante del profesorado” derivada del empeoramiento en las condiciones de trabajo, aspecto en el que sí coinciden todos los estudios recientes sobre la profesión. Un estudio reciente de la Fundación SM revelaba, en este sentido, que un 38% de los docentes dice vivir su trabajo con indiferencia, un porcentaje que se ha disparado desde 2007, cuando apenas era del 2%.
Buena parte de los cambios que han provocado el malestar docente llegaron con la Lomce del PP, en 2013, ha recordado el responsable de política educativa de CCOO, Alonso Gutiérrez Morillo, y aunque son muchas las comunidades autónomas que los han ido revirtiendo por su cuenta no se ha hecho a nivel de normativa estatal, rectificación que ahora exige el sindicato
“Ha cambiado el perfil del alumnado”
Francisco García, responsable de la Federación de Educación de CCOO, ha explicado que en las últimas dos décadas se ha producido un deterioro en las condiciones laborales que afecta a los docentes. En estos años, ha explicado García, “ha cambiado el perfil del alumnado, de la escuela, de las demandas que le hace la sociedad. Ha habido una complejización y cambios sociales acelerados. El profesorado pone de manifiesto cierta tensión, malestar por la sobrecarga y la burocratización. El profesorado necesita cambios”, ha valorado.
Empezando, de manera “urgente”, por una reducción de las ratios y las condiciones de trabajo, ha pedido García. La negociación del estatuto docente, que está empezando estas semanas, ofrece el marco adecuado para implementar estas mejoras según se vayan aprobando, ha razonado García, sin esperar a que se apruebe todo el texto. En este estatuto están depositadas buena parte de las esperanzas de los docentes de que se arreglen sus condiciones laborales, la formación inicial o el acceso a la función pública (oposiciones).
El estudio de CCOO recoge también que las relaciones con las madres y padres son el el elemento que genera mayor tensión entre el profesorado (así lo afirma un 24,5% de los encuestados), en parte por esos cambios a los que aludía el responsable del sindicato. Le siguen las relaciones con el propio alumnado (para un 17,4% de los docentes), un elemento coincidente con el estudio de EsadeEcPol de hace un mes, que hacía hincapié en el aumento de la diversidad en las aulas y el empeoramiento en el clima de aprendizaje en clase.
Sin expectativas laborales
Otra cuestión que genera insatisfacción entre el profesorado es la falta de expectativas laborales. Para un docente la única manera de progresar en la profesión es entrar en los equipos directivos. Fuera de eso, solo les queda acumular años para sumar trienios y recibir pequeñas compensaciones económicas mensuales (unos 50 euros extra por cada uno, según la comunidad autónoma).La docencia, una profesión cada vez más difícil y que se ejerce en peores condiciones
Además, una mayoría de docentes sostiene que la formación inicial que reciben es insuficiente o inapropiada. El 76,4% cree que las universidades deberían ajustar esa formación inicial (especialmente de Secundaria) a las necesidades posteriores de su puesto de trabajo, con el consiguiente cambio del plan de estudios. Uno de cada dos profesores cree que faltan didáctica y metodología en los planes formativos. El descontento con el máster de Secundaria no es nuevo entre la profesión, y aunque son una ligera mayoría los que creen que debe mantenerse la estructura (un 51%, aunque el 30% no se pronuncia), también son muchos los que piden que cambien los contenidos.
Autor: Daniel Sánchez Caballero en el Diario.es Educación
