Dedicado a los que no pudieron estar con nosotros…porque nuestras fronteras en Europa se lo impidieron

rescate...Este años un periódico alemán publicó una lista escalofriante: la de todos los muertos que ha habido en las puertas de Europa. En las puertas. En las fronteras. A menos de 2 horas de aquí en avión. Muchos de ellos niños y jóvenes. Futuros truncados.  Ojo: no se publican los nombres de todos los muertos porque no los sabemos. El nombre más repetido es N.N. (nomen nescio, no sé el nombre). Son anónimos.  Pero indudablemente tenían rostro, tenían familia, tenían ser, tenían…Y también faltan los muertos que no sabemos ni que existieron.

 

Sin ellos somos menos. No nos cabe duda. Menos personas. Menos comunidad. Menos pueblo. Menos dignos. Menos solidarios de lo que decimos que somos. Menos libres, menos iguales, menos fraternidad.

No les llegó la hora porque el reloj biológico y la naturaleza así lo acordaran. Ni porque Dios quiso- ¡qué va a querer este horror Dios!-, ni porque ninguno de nosotros, personalmente, lo hayamos querido. Pero estos muertos no son frutos de las casualidades sino las causalidades. Que no es lo mismo. Nos llegan a enternecer y hasta conmover. Pero esto no es un problema «personal» sino institucional. Un problemas de mecanismos, de decisiones políticas y económicas que sopesan otros intereses y otras prioridades distintas a las que cabría esperar (¿o no? ¿o nos hemos creído que nos vienen a invadir, a quitar los puestos de trabajo, a medrar a costa de nuestros impuestos, a ensuciar las calles de basura,…?).

Se acaba el año. Y hay que hacer balance. Yo sólo digo que los tengamos en cuenta, que no los dejemos en el lado que los ha dejado el culto a la indiferencia del que anda esperando la cola del sorteo de lotería a ver si su suerte le arrastra al país del «de eso no quiero saber nada». Yo sólo digo que al menos sopesemos si de verdad no cabrían en nuestras casas de solos o convertidas en residencias caninas.

En honor a la verdad hay que poner en la balanza a los que se juegan la vida para salvarlos. De muchas maneras. De muchas… y decir a continuación que muchos de ellos están siendo perseguidos por las autoridades precisamente por esta acción. Resulta que ahora, ayudar a los demás es un acto que puede ser «leído» como de complicidad con las mafias y el terrorismo que nos amenaza. Resulta que «rescatar» y «ayudar» sólo es enteramente digno de bondad cuándo se hace a las grandes empresas y a la Banca, que se apaña para convertir su robo en nuestra deuda.

Y no digo más.

Felices los que tienen hambre y sed de Justicia. Y que el próximo año sea realmente una oportunidad para ser más hermano y algo menos esclavo. Y que Educar(nos) no tenga que especificar que es imposible sin ser solidarios.

 

 

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