
Estamos ante un manual sobre convivencia escolar que ha editado la Agencia de la Calidad de la Educación de Chile. Lo curioso es que habla de los mismos problemas que nos estamos encontrando en multitud de centros de otros muchos países de distintos continentes con los alumnos. Lo que nos sitúa ante una «cultura global», que no enseña a convivir, que tiene agentes «educativos» transnacionales. Y lo que demuestra que, al margen de los objetivos formales que se han propuesto los sistemas educativos formales, hay una «educación», no formal o informal, pero deliberadamente inducida, que da como resultado que nuestros alumnos no han aprendido a convivir en su proceso «normal» de socialización. Individualismo caprichoso, con «derecho a decidir» en mi…(póngase aquí el «territorio» del que uno se siente «dueño y señor») es una filosofía incompatible con solidaridad, colaboración y cooperación. Por más que superpongamos los dos discursos como si tal cosa. El problema es grave. Porque es evidente que implica un compromiso político de la escuela que va más allá de la escuela en si misma.
Manuel Araus
«El buen clima de convivencia escolar es un elemento inseparable de la calidad de la educación, de aprender a convivir con el otro. Se trata de una dimensión fundamental de la experiencia educativa, que compete a todos los actores de la comunidad, considera distintos aspectos y demanda importantes desafíos para las escuelas y el sistema educativo en su conjunto. Entre otras características, un buen clima escolar debe ser inclusivo, bien tratante, colaborativo entre los distintos actores, y debe favorecer los espacios de conversación y de participación al interior de las comunidades educativas» (De la presentación del manual)
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